lunes, 24 de abril de 2017

PREGON HERMANDAD DEL ROCÍO DE GARRUCHA - 22-IV-2017

Por una cesta de flores
tiene Garrucha, señores,
su medalla rociera

Una cesta que, en su día, 
fue razón de antipatía
entre hermanas marineras

Y es que al sur,en Almería,
la hermandad que florecía
y a la provincia tejía
con cordón de tres colores
en el fondo no entendía
que sus hijos de Garrucha
se iban haciendo mayores

Yo me enfade con Garrucha.
Como niño que no escucha
me enfrasqué en la absurda lucha
de feos y de sinsabores
hasta que fui consecuente
y comprendí que dos frente
compartían sus amores

Me templó ella, Rocío,
la que más allá del río
que cruza el cariño mío
resplandece cuál lucero,
me dijo con su mirada
que mi conducta no era
de hermano y buen rociero

Porque un hermano te escucha,
un hermano te aconseja,
un hermano te acompaña
de la mano hasta su reja

Un hermano no te juzga
ni desprecia tu medalla
¡Qué tira de tu carreta
cuando se queda en la Raya!

No te abandona a tu suerte
ni se recrea en tus fallos.
No te pone zancadillas
ni a los pies de los caballos
y te busca en el camino
cuando llega el mes de mayo.

Me templó Ella, Rocío,
la que vela por mis sueños.
La que mejor me conoce 
pues me abrazó de pequeño
y me llenó con la gracia
del sentimiento almonteño

Me pidió que me frenara,
que no enfermara de celos,
que recordara qué implica
el llamarse rociero
y que amara a mis hermanos
sobre tó a los garrucheros

Sé que puedes, sé que sabes,
ve a cantarles un te quiero

Y aquí me tienes, Garrucha, 
erguido pero sereno. 
Tan firme como asustado, 
tan grande como pequeño. 
Tan feliz e ilusionado 
como temblando por dentro, 
que me sujeta el saber 
que vengo a hacer lo correcto.

Hoy me presento ante ti
con un mensaje sincero.
Vengo a hablarte de Rocío,
de marismas, de senderos, 
de que el amor entre hermanos
es la ley del rociero
y a pedirte mil disculpas
con traje de pregonero. 


Hermano mayor de la Hermandad del Rocío de Garrucha
Señora alcaldesa
Representación de las hermandades del Carmen, la Misericordia y el Nazareno
Miembros de la Junta de Gobierno de la hermandad
Hermanos y hermanas rocieras de Garrucha, de Almería

Hermandad del Rocío de Garrucha

¡Cuánto habéis crecido! ¡Qué alegría me da veros tan grandes! Y qué pena habérmelo perdido

No tengo palabras... Me da vergüenza usar este atril para hablaros del Rocío. ¡Yo! Que durante años, cuando miraba al levante veía al enemigo y, ahora, el enemigo me tiende su mano amable para conocer mi historia.

¿Con qué cara os cuento mi historia si, precisamente por mis historias, me he perdido la vuestra?

¡Qué alegría me da veros tan grandes!

Reconozco que ni tú ni yo somos los de antes, que el tiempo es el olvido o que, mejor aún, el tiempo pone a cada uno en su sitio: A vosotros deseosos de escuchar Rocío por boca de un hermano de Almería, de una hermandad que siempre fue la vuestra, y a mí en la tesitura de ser la voz que formalice la unión que, de una vez ya, debe quedarse firmada.

Jacinto, Miguel Ángel, Raquel o Jordi son nombres nuevos. Nombres que no estuvieron el día de autos y que, sin embargo, nos zarandearon a los testigos del desencuentro para decirnos “ya está bien”, “¿A santo de qué seguir con esta tontería de no mirarse a la cara?”.

Yo sí estuve. Soy, de hecho, el único que queda en activo de aquella junta directiva que, hace veintidós años, os hizo el feo más grande del mundo a pesar de actuar conforme a lo que dictaba Almonte.

Fijaos. Ahora que lo pienso, incluso fue Almería quien os dio la identidad como grupo independiente. Si vuestra cesta de flores se hubiera entregado en el ofertorio, como pretendíais vosotros, Garrucha habría sido reconocida como un grupo relevante DENTRO de la hermandad de Almería. Sin embargo, al invitaros a ofrecerla al principio de la misa, se os trató como un grupo FUERA de la hermandad. Y, siendo un grupo externo, teníais todo el derecho del mundo a instituiros como hermandad. Sin darse cuenta, Almería os dio su bendición aquella mañana de noviembre.

No teníamos derecho a molestarnos. Y, aunque sé que no hablo por boca de los directivos de entonces, pues ellos tienen derecho a tener su opinión, a cambiarla, a transmitirla, e incluso a no hacerlo, sí que puedo decir que hablo por el ánimo general de la hermandad de Almería y por el de su actual Junta de Gobierno. Y, aunque ya se ha materializado en varias ocasiones la buena sintonía que tienen nuestras hermandades, falta por decir lo que falta por decir:

Lo sentimos, fue un error y no volverá a ocurrir. ¡VIVA LA HERMANDAD DE GARRUCHA!

Estoy nervioso. ¿Os podéis creer que, tras 34 años viviendo Rocío, no sé qué contaros? Y mira que acepté de inmediato la propuesta que me hizo Jordi a finales de enero, y mira que pensé que sería fácil y mira que creí que tendría tiempo de sobra...

Pobre iluso... Ahora sé lo que cuesta escribir de algo que te toca de mil maneras distintas. Si hubiera un premio para el tío que ha empezado más veces a escribir un pregón, este año me lo llevaba yo de calle. Mi Jacintico lo sabe...

He llegado a pensar que Rocío me estaba poniendo a prueba. Os lo prometo. ¿A prueba por qué? ¡No lo sé! Como si quisiera tantearme para saber cómo de sincero es el cariño que os tengo, como si quisiera llevarme al extremo para saber si acabaría tirando la toalla, inventando una excusa o cualquier otra historia que me pusiera en evidencia. No sabía qué pensar, un bloqueo tan descomunal no tiene sentido, nunca me había pasado...

Creo que lo mejor será empezar por el principio y el principio es la Virgen. ¡O no! La virgen no es el principio, ¡¡ES EL TODO!! ¿Veis? Pues así llevo desde enero, poniéndome cortapisas, corrigiéndome, censurándome. Tratando de buscar lo mejor de mí y creyendo que Rocío se merece la perfección más absoluta hasta el punto de que no me doy por buena ninguna de mis ideas. Y os recuerdo que tengo el premio al tío que ha empezado más veces a escribir un pregón...

Anda que si la del diálogo entre Fernando III “El Santo” y Alfonso X “El sabio" hubiese prosperado... ¿Os imagináis a dos reyes hablando en modo “bata de guatiné”? Pues por ahí iba a ir la cosa.

-Alfonso -diría Fernando una fría noche de invierno de 1250- ¿Has preparado la carreta?
-¿Qué carreta? -respondería el infante.
-¿Cómo que qué carreta? Pues con la que nos vamos a ir al Rocío
-¡¿A dónde?! -preguntaría Alfonso X totalmente desconcertado.
-¡Ay! ¡Repámpanos! Es verdad -le diría su padre- Que todavía no está inventado... No, es que me he llevado toda la noche hablando con el Altísimo y me ha dicho que vamos a doblegar al mundo en torno a una devoción mariana que será universal y que tienes que ayudarme.
-Ah! Bien... Pensaba que delirabas por la edad pero, si me dices que es que has estado toda la noche hablando con Dios, me quedo mucho más tranquilo...
-¿Ironías a tu padre? Te recuerdo que el sobrenombre de “El santo” yo me lo he ganado a pulso. ¿Qué has hecho tú para que llamen “el sabio”?
-Ser el que invente el Rocío...

Esa era una de mis ideas. Hasta que hice la prueba de leerlo en voz alta y comprendí que era inviable. Una sola persona no puede hacer un diálogo que dure más de un minuto. Cansa, desconcierta, desconcentra y termina por haceros desconectar. Al final terminaría por preguntaros si hay algo interesante en twitter...

Pero, el fondo, sí que era un buen argumento. ¿Queréis saber por qué? Porque Alfonso X sí que fue un sabio a la hora de ordenar la fábrica de la ermita de las Rocinas y de poner en ella a una virgen.

Tenía que hacerlo porque, para cuando lo pudo llevar a efecto, sobre 1280, su padre ya llevaba treinta años muerto y era una promesa por cumplir que tenía pendiente con él.

Eligió el bosque de las Rocinas porque su padre nombró al Rocío y, en aquel tiempo, Rocinas era el nombre que más se parecía al de Rocío de aquella visión reveladora que Dios le había hecho al rey Santo. ¡Y encima estaba la marisma cuya humedad favorece el Rocío de la mañana!

Además, construyó la ermita en un bosque porque, de haber estado en una ciudad o en una villa, para ir le habría bastado con un caballo. En una villa habría encontrado todos los servicios que, en el bosque no hay y que, por tanto, y como había predicho su padre, había que llevar en la carreta: Comida, alojamiento...

En definitiva Alfonso X fue sabio porque su sabiduría residió en honrar la memoria padre, que fue el primer rociero.

Bueno, no, tampoco... ¡Voy a corregirme de nuevo! Los primeros rocieros fueron los apóstoles que son quienes recibieron en primer lugar el don del Espíritu Santo...

¿Entendéis ahora por qué me ha costado tanto escribir este pregón? Si es que el Rocío es tan poético que se le pueden hacer mil lecturas...

Otro ejemplo... Cuando el ángel del Señor visitó a María.

Le cuenta todo lo que le cuenta y le explica que, al niño, le pondrá por nombre Jesús, ¿No? Pues, llega el ángel a dejar en manos de la Virgen la elección del nombre y, conforme aparece la Paloma Blanca para posarse sobre Ella, seguro que exclama “¡El niño se llama Pastorcito Divino!”

A ver, que me disperso. Volvamos a los tiempos del rey sabio.

Como sabemos, Alfonso X levantó tres ermitas en el entorno de Doñana: La de Santa María, cerca de Almonte, la de Santa Olaya, junto a la laguna del mismo nombre y que está cerca de Matalascañas y la de Las Rocinas, en el cruce de dos caminos importantes en aquella época: el que unía Niebla con Sanlúcar de Barrameda y el que unía la ría de Huelva con Sevilla. También sabemos que, de las tres ermitas solo pervivió la de las Rocinas y que, principalmente, fue por la fundación de la capellanía de Baltasar Tercero en 1587. Pero... ¿Qué pasó de 1280 a 1587? ¿Por qué las Rocinas consiguió, 300 años después de su fábrica, una capellanía que la hizo eterna?

Son los años más importantes en la historia del Rocío, los años de la cimentación de la devoción rociera en un tiempo en el que no había ni tecnologías ni medios de comunicación y en los que la Virgen solo contaba consigo misma para darse a conocer.

Sin hermandades ni romerías, sin cohetes ni carretas, sin caminos, sin aldeas, sin varales ni promesas. Sin romeros por la raya ni bautizos en el Quema, ¿Cómo lo hiciste, Rocío? ¿Cómo nació tu leyenda?

La Virgen encantó el bosque, es la única respuesta.

Ese tuvo que ser el primer paso, poner de su lado a la creación primera del todopoderoso y proteger a sus moradores. Que los carboneros encontraran buena leña y los cazadores buenas presas, que el agua de la marisma y de los arroyos que la nutren aseguraran el riego de los campos, que las copas de los pinos proporcionaran buena sombra a los arrieros que transitaban los caminos y que nunca faltara una ave que admirar en el viaje o un silbido del viento entre el follaje de la maleza que resultara evocador.

Un bosque vivo, un bosque fértil, ¡Un bosque encantado!... Un bosque que, setecientos cincuenta años después, permanece casi intacto, manteniendo la misma esencia que cuando lo tomó la Virgen.

Luego, la Virgen solo tuvo que esperar a que el hombre reconociera su presencia. Los carboneros, los cazadores, los arrieros y los agricultores... Todos sentían agradecimiento por lo que el bosque les daba y, habiendo como una había una Virgen residiendo en su interior, pronto supusieron que su divina intercesión era la responsable de tanta dicha.

La percepción de Dios y de la Virgen no era la misma en el bosque que en las ciudades. Mientras que, en pueblos y villas, los curas hablaban de un Dios justiciero al que había que temer y obedecer para alcanzar la redención de los pecados, en el bosque la virgen regalaba bondades sin pedir nada a cambio.

La gratitud genera más devoción que el miedo y es la que abre las puertas al amor incondicional. Así que, a poco que se pudieron contar por cientos los corazones agradecidos por la presencia de la Virgen en el bosque, nació su fabulosa leyenda.

Recordemos que estamos hablando de gente sencilla, llana, gente que vive en el bosque y que no tenía acceso a lo que hoy llamaríamos formación lectiva pero que, sin lugar a dudas, le daban mil vueltas en educación y valores a otros que tenían acceso al conocimiento. Gente que encontraba en Dios la explicación a todo lo que ocurría en su entorno ya fuera bueno o malo. Buenas cosechas, buena caza, buena pesca, tormentas o epidemias... Todo era cosa de Dios.

Esa gente necesitaba dar una explicación a la presencia de la Virgen en el bosque. Y no la de una Virgen cualquiera, no, sino de una que les protegía y a la que veneraban.

¡Esa Virgen nunca habría llegado allí porque a un rey le pareciera buena idea! ¿Para qué iba un rey a construir una ermita en medio de ninguna parte pudiendo hacerlo en su castillo? No. Esa Virgen se había aparecido en el bosque porque el bosque era su casa y la ermita se le construyó después de que apareciera.

Conocéis la leyenda de la aparición, ¿Verdad? Es una completa simbología para identificar a la Virgen con el Bosque. Primero porque la virgen apareció en el interior de un tronco y segundo porque fueron unos perros quienes la encontraron; No un hombre, no. ¡Los animales! La necesidad de que fueran animales quienes encontraran a la Virgen condiciona el oficio del hombre y se decide que sea un cazador. El bosque tenía más moradores, claro, pero que un carbonero o un arriero la hubieran encontrado le habría restado misticismo a la historia.

Había que destacar la estrecha relación con la naturaleza, por eso se incluye el hecho milagroso de que la Virgen no llega a Almonte: El cazador se duerme a medio camino y la virgen regresa al tronco de acebuche. Es otra licencia fabulosa para resaltar la vinculación de la virgen con el bosque. Y lo mismo ocurre con la lucha de las yuntas de bueyes...

Ah, que, ¿Esa parte no la sabéis? Es la mejor de todas...

Al cazador se le pone nombre, Goro Medina, y localidad de nacimiento, Mures -Villamanrique-. Y la leyenda cuenta que la Virgen se aparece en el término municipal de Almonte. Y para dirimir a qué municipio pertenece la virgen, se la sube a una carreta a la que se enganchan dos yuntas de bueyes en sentido opuesto, una por cada pueblo, con la intención de que una yunta mueva el carro y se imponga sobre la otra. El resultado final fue el más inesperado y el carro permaneció completamente inmóvil con lo que no hubo un municipio vencedor y la Virgen dejó claro que de allí no se movía.

En el origen de la leyenda no se pretendía crear enemistad entre ambas poblaciones, no tendría sentido pelear al hombre si lo que quieres es ensalzar un hecho milagroso, una acción de la Virgen que es toda gracia y bondad.

La rivalidad entre los pueblos simboliza la necesidad que tiene el hombre de arrogarse el favor de Dios y se utiliza como argumento para revitalizar la independencia de la Virgen y su firme voluntad de ser del bosque y, por tanto, ser de todos.

Así que, finalmente, la propia leyenda de la aparición ya establece la universalidad de la devoción a la Virgen. Rocío podrá ser almonteña porque allí tiene su casa pero Ella va a querer por igual a todos los que la busquen. Vengan de donde vengan.

Y ese “vengan de donde vengan” trasciende más allá de lo coloquial cuando resulta que, desde el principio, la ermita ha estado situada en un cruce de caminos...

Con un bosque encantado, una leyenda fabulosa y una vía de propagación estratégica, la Virgen solo necesitaba que los caminos estuvieran cada vez más concurridos para que su nombre llegara a más gente. Y, como en el cielo son de hacer las cosas a lo grande, en 1492, se descubrió América.

El descubrimiento intensificó el tráfico en el entorno de las Rocinas y la ermita y su cruce de caminos se convirtieron en el epicentro de las vías comerciales de la baja Andalucía. En los casi cien años siguientes, miles de pisadas recorrieron aquellos lugares y siempre hubo una limosna, una oración y un beso para la Virgen de las Rocinas.

Gentes de toda condición pasaban por las Rocinas, incluso pasó un vividor pendenciero aficionado al trapicheo que, huyendo de quién sabe qué, se encontró de frente con el favor inesperado de la Virgen. La de las Rocinas no solo le salvó, sino que le hizo prosperar allende los mares y, al llegar el ocaso de sus días, el vividor pendenciero tuvo una última voluntad para la Virgen que dejó firmada y rubricada y que pasaría a la historia como la capellanía de Baltasar Tercero.

Y así, en 1587, trescientos años después de su llegada a las Rocinas, la Virgen movió la última pieza, la del sustento económico, para que su devoción fuera eterna y, con ella, declaró que acogería en su seno a gentes de toda clase y condición que tuvieran el alma pura: Desde Reyes hasta bandidos. Baltasar, su principal valedor después del rey sabio, no sería tenido por un santo, pero sin duda fue un hombre piadoso y generoso.

Pero... ¿sabéis qué pasa? Que la Virgen se enamoró de Almonte y quiso hacerle un regalo aún más grande. No le bastaba con rociar su amor a las gentes de las Rocinas sino que quiso que llegara a toda la humanidad y, apoyándose en su pueblo, maquinó un nuevo plan y se lo expuso al todopoderoso.

-¿Y crees que funcionará?
-Han nacido para esto...

La Virgen empezó a decirle a los almonteños que pasaban por la ermita “Llamadme Rocío. No me tengáis tan solo por la Virgen que vive en Las Rocinas. Ponedle nombre a la benefactora del bosque encantado”. No se lo decía a nadie más que a ellos. Fue creando con su pueblo un vínculo singular, único, algo que les diferenciaba del resto de peregrinos que pasaban por su ermita.

La voz se corrió por Almonte y los vecinos empezaron a preguntarse por qué la Virgen habría elegido ese nombre.

-¡El Rocío es fuente de vida! -decían algunos- ¡Es verdad! Es agua que brota milagrosamente por la mañana y que alimenta las plantas. La Virgen quiere ser nuestra milagrosa fuente de vida.
-Es verdad, pero no es suficiente -protestó una mañana el cura-. Si la vamos a llamar Rocío tiene que ser con alusión mística.
-Naaaaaaaa Alusión mística, ni alusión mística. Se llama Rocío porque lo ha dicho Ella y punto.

El caracter almonteño...

El caso es que la conexión de Almonte con Rocío tomó un cariz realmente singular. Y, como buenos descendientes de soldados que eran, pronto empezaron a sentirla como su capitana y empezaron a reclamar su patronazgo sobre el pueblo.

-Tiene que ser la patrona, y tiene que llamarse Rocío. ¡Por siempre jamás! -se escuchaba por las calles.
-¡La Virgen me ha explicado su nombre! -dijo una mañana una abuela almonteña- ¡Y el cura tenía razón! La Virgen me ha dicho que es Rocío como el agua que, milagrosa, brota cada mañana en las Rocinas pero que también es Rocío como el agua milagrosa que el Espíritu Santo derramó sobre los apóstoles para que no tuvieran miedo y fueran a anunciar la resurrección del Señor.
-Así sí -le comentaba un vecino al cura cuando le contó lo que decía la abuela- Que la Virgen es almonteña y no se entera si das la misa en latín.

Y, por fin, el 29 de junio de 1653, el día de San Pedro que, aparte de ser el primero de los apóstoles, era también el patrón de Almonte, la Virgen fue proclamada patrona de Almonte por siempre jamás y con el nombre de Rocío, no sin mística alusión.

Almonte se convirtió en el ejército del Espíritu Santo por medio de la Virgen y en los guardianes de la Virgen por la efusión del Espíritu Santo. Pues el mismísimo espíritu se posó sobre el pueblo y le insufló una fuerza, convicción y determinación en la defensa de la Virgen y de su mensaje que no se ha visto hasta la fecha en ningún otro lugar del mundo. Y, cuando Almonte se dio cuenta de eso, cuando comprendió que la Virgen les hablaba, les amaba y les mantenía en contacto directo con el mismo Dios, enfervorizó más todavía.

Por eso siempre he tenido claro que, para las cosas de la Virgen, lo que diga Almonte va a misa.

Y Almonte decidió trasladar la fiesta de la Virgen a Pentecostés, que es cuando se celebra la venida del Espíritu Santo. Y Almonte empezó a sembrar la semilla rociera para que nacieran las primeras hermandades. Primero las de los pueblos principales que se encontraban en los caminos que pasaban por la ermita: Villamanrique, Pilas, La Palma, Moguer, Sanlúcar de Barrameda, Rota, Puerto Real... Luego la ganadería y los vinos del condado que se bebían en Sevilla fueron los que llevaron el nombre de la Virgen hasta la capital hispalense y, entonces, nació Triana.

El ejercito almonteño cumplía su misión a la perfección. Contagiaban la pasión por su patrona y luego, cuando la gente iba a verla, Ella se encargaba del resto. Luego, cuando la Virgen creía que era el momento oportuno, movía otros peones para ayudar a los almonteños a difundir su misión.

Por ejemplo, con Triana llegó la Condesa de París y, con ella, la primera carreta plateada de las que hoy en día conocemos y la posibilidad de que el nombre de Rocío se escuchara, no ya solo en la corte, sino también en el extranjero. Triana fue la hermandad que configuró la estética de las caravanas que se echaban al camino y, siendo Sevilla como era un destino turístico de primer nivel en los años de los viajeros románticos, Triana fue también el escaparate en la ciudad de lo que se vivía en Las Rocinas.

Y conforme el nombre de Rocío cuajó en la gran ciudad, la propia Sevilla fue el altavoz universal; Nacieron nuevas hermandades, se fraguó la coronación canónica, se construyó la carretera a la aldea y la romería alcanzó la notoriedad que hoy le conocemos. Pero, eso sí, sostenida siempre por el amor de la Virgen y haciéndose como Ella quiere y nos permite. Una romería que ya no tiene fronteras porque Rocío ya se ha dado a conocer en toda la faz de la tierra.



Amanece un nuevo día
de bendita primavera,
comienza la romería
y Garrucha se prepara
para coger carretera.

 El viernes tuvo la misa
estaba la ermita llena.
Después, con una sonrisa, 
se despidieron sin prisa
de la brisa y de la arena.

Que me llevo de tu playa
el aroma que no cesa.
Pues, donde quiera que vaya,
tu recuerdo es mi Atalaya
y Garrucha mi promesa

Me marcho ya pal camino.
Arena y polvo me esperan.
La bota cargá de vino
y, en mi pecho peregrino,
mi medalla rociera

Aquí te llevo Garrucha
siempre por norte y bandera.
Me voy a ver a mi madre
y a presumir de tu nombre
por la senda rociera

¡En marcha la caravana
que la Señora ya espera!

Varias horas de viaje
y acaba la carretera.
Se están oyendo cohetes
Umbrete ya nos espera.
Que la carreta de Murcia
ya tiene puesta la cera
y tiene su Simpecao
mi esperanza Garruchera

Vámonos con la madrina.
A ver a la suya vamos.
Que, si Murcia peregrina
y nos lleva de la mano,
es porque otras manos antes
a las de Murcia llevaron.

Madrina de mi madrina,
Umbrete la rociera.
La del pueblo engalanao,
la del cajón de madera,
la que la tarde del lunes
nos canta por las aceras
y le dice a los murcianos:
Disfrutad de lo que queda.
De los caminos cansaos,
de las noches de candela,
de los cantes entregaos,
de la senda rociera,
del cariño que Garrucha
desborda por donde quiera.
De su gracia, de su arte,
de su esencia marinera.
Porque ya está cerca el día
en que se irá de tu vera
y el camino de los Llanos
será su ruta romera.

De Umbrete a Benacazón
el mismo lunes marchamos.
Que allí ya espera Almería.
Que, con ellos, pernoctamos.
Que esa noche, en ese pueblo,
y como buenos hermanos,
dormimos los garrucheros
almerienses y murcianos. 
Y de rebote, también, 
pernoctan los valencianos

¡Qué de gente! ¡Qué de cantes!
A ver cuánto descansamos

Ya es martes por la mañana
¡Vámonos que ya nos vamos!
¡Espera que desayune!
¡Te levantas más temprano!
Y la Quéchua, ¿Quién la guarda?
¡¿Pero con esas estamos?!
No me vayas a dar el camino
te lo digo de antemano.

No te agobies, rociero
que los nervios no son sanos.
Al Simpecao, lo primero,
Una salve y un te quiero.
Y, después de escuchar misa,
recogemos y nos vamos.

Abandonamos el pueblo
y pisamos el sendero.
Los campos de girasoles
se mezclan con el romero.
Atravesamos pinares,
bordeamos los linderos
y el paisaje se transforma
y en volandas te transporta
a un sueño imperecedero.

 El motor de los tractores,
las voces del carretero,
el crujir de la carreta
y el cantar de los romeros.
Las risas desde otro carro, 
el charret cascabelero, 
los pajarillos cantando, 
los cohetes del cohetero,
las guitarras, los tambores,
palillos y sonajeros.
Los sonidos que componen
el camino rociero.

El martes se cruza el Quema,
santo río del rociero,
y en sus aguas se bautiza
a quien de forma castiza
se estrena como romero

Luego está Villamanrique,
el pueblo de los monteros,
el de los siete escalones
con los que sueña el boyero.
Donde llegan las carretas
rodeadas de romeros
a la puerta de una iglesia,
Joyero donde se reza,
a la Reina de los cielos.

 El miércoles por la Raya
va aprendiendo el rociero
que los baches de la vida
no son un atolladero.
Que si fueran las raíces
que van cruzando el sendero
se afrontarían felices
y con valor verdadero. 

Se va escuchando en palacio
el son del tamborilero.
que su flauta va tocando
y a las cigüeñas avisando
de que llegan los romeros.

 No temáis cigüeñas mías,
dice el pito rociero,
que estas gentes que caminan
y a la aldea peregrinan,
rezan por vuestros polluelos.

Los bueyes y los caballos 
que hay en el abrevadero
os lo dirán encantados:
No hay animal más cuidado,
ni más querido y amado,
que el que cuida un rociero.

 Y en las noches de palacio
los cantes siguen sonando
aunque se apague el lucero.

 Es jueves por la mañana.
Comienza el último día.
Que hoy termina el camino
y empieza la romería.
Los romeros se acicalan,
las flamencas se maquillan,
porque la final de la raya
digo bien, la raya chica,
el puente será frontera
entre las duras arenas
y las arenas benditas.

 En sus tablas se reencuentran
los que han vivido el camino,
los que llegaron anoche,
los que han llegado ahora mismo.
Y se le rezan tres salves
al simpecado divino.

Y se gritan muchos vivas
y se siente escalofríos.
Que ya está Murcia en el puente
y con ella se ha traído
al pueblo más competente,
marinero y con tronío
que en el levante almeriense
es nazareno perdío
¡Viva Garrucha y su gente
Y la Virgen del Rocío! 


Tras despedirse de la madrina, Garrucha dirigirá sus pasos a su casa de hermandad. Una casa que me evoca grandes recuerdos pues, desde esa esquina de Princesa Sofia con la calle Plaza del comercio, salió el Simpecao de Almería en su primera presentación en el año ochenta y seis. Sí, Garrucha, tenéis por casa hermandad la que fue la primera casa hermandad de Almería. Me habría encantado que hubiese sido una señal, que, este año, Almonte os hubiera elevado a la categoría de filial y las coincidencias se hubieran vuelto milagro. Disfrutad de la casa y, si os gusta, mantenedla, que sería bonito que el día de mañana pudiéramos contar que las Hermandades de Almería salieron de la misma casa a presentarse por la primera vez ante la reina de las Marismas.

De momento, y retomando la agenda, el jueves cuando la hermandad llegue a la casa y descargue el equipaje, se irá corriendo a la ermita para ver la Señora. Es lo normal cuando llegas del camino, lo que te pide el alma. Se han vivido grandes momentos en nombre de la Virgen, se ha rezado muchas veces el nombre de la Virgen, se han derramado muchas lágrimas en nombre de la Virgen... es la hora de llorar viendo su cara, de rezar viendo su cara, de que el mejor momento sea su cara. Y le contaréis... Y os contará...

El viernes empieza la romería y, de nuevo, la hermandad se moviliza. Se acude a la presentación acompañando a la Hermandad de Murcia, se acude a la misa pontifical acompañando a la Hermandad de Murcia, se acude al Rosario... (....acompañando a la Hermandad de Murcia)...

¡¡Me acaba de entrar impaciencia hasta a mí!! ¡Qué ganas de que seáis filial! Qué ganas de ver vuestra carreta en la aldea, de que vuestro Simpecao se encuentre con la Virgen. La Virgen del Simpecado ya sé yo que ha estado antes por El Rocío... Pero no es lo mismo. Como no es lo mismo que vuestra carreta se vaya de Romería a la ermita de las Huertas a que recorra el camino de los Llanos para llevaros a la ermita del Rocío.

Almería estará con vosotros, lo sabéis y es lo menos que podemos hacer. Nuestras hermandades se conectaron por los tamborileros, porque la música amansa a las fieras y así también amansó nuestros temperamentos, y los tamborileros nos mantienen unidos. Jacinto, Miguel Ángel, Javi... Si os doy las gracias es por mucho más que por vuestros sones, es por vuestros corazones.

Estaremos el viernes con vosotros en la presentación de hermandades. Yo, como dije al principio, os buscaré además en el camino. Y el Lunes, cuando la Virgen salga a la calle y vengáis a verla con vuestros hermanos de Almería, sentiremos como su amor nos volvió a reunir bajo su manto y vibraremos con la emoción de saber que nos contempla.

El lunes por la mañana,
cuando salga de la ermita,
se volverá capitana
la hermosa rosa temprana,
pastora y madre bendita.

 Sobre un mar de devociones
navegará cual velero.
Conquistará corazones.
Se tornarán oraciones
los favores rocieros.

 Hará que llores primero,
después hará que sonrías.
Y luego hará que no quieras
separarte de su vera
hasta las claras del día.

Será entonces, rociero, 
cuando te salve la vía.

La Virgen te abrirá el pecho, 
te llenará de energía.
Recitarás de memoria
toditas las letanías.
Aunque creas que no las sepas
te saldrán solas, confía.

Empezarás con un hondo
y sentido Santa María.
Pastora de las Rocinas,
Señora del alma mía,
puerta del cielo, madre de Cristo,
causa de nuestra alegría.

Pero será cuando digas
trono de sabiduría
que recuerdes al rey sabio
y el pregón del de Almería, 
a la Virgen que solita
en las Rocinas vivía
y hasta a Baltasar Tercero
y toa su capellanía.

 Verás el bosque encantado
que días atrás recorrías.
Al rico, al pobre, al parado,
al ladrón y al policía.
Al hombre que sin ser rey,
Por santo y sabio , valdría
A tu hermano, al pregonero
A Garrucha y Almería.

Verás que los dos caminos
que en la ermita concurrían
con el paso de los siglos
se volvieron autovías.

Que los cientos de devotos
que en las Rocinas vivían
se hicieron universales
por toda la geografía.

Que las yuntas que engancharon
al carro que no se movía
ahora en carretas de plata
entregan la tierra mía.

Y verás los corazones,
la humildad que te decía,
y que todo este milagro
es de la Virgen María.

 Que estaba sola en el bosque, 
que nadie la conocía,
que sin cetro ni corona,
tan solo con su persona,
rociaba su valía.

 Que sola se cambió el nombre
cuando supo que podría
al Espíritu dar gloria
y grabarlo en la memoria
de toda la geografía.

 Que supo ver en Almonte
la fuerza que Ella tenía.
Y que les hizo leones
doblegando corazones
que a muerte la defendían.

Que son sus ojos serenos
la divina garantía 
de que el Señor nos escucha 
desde Almonte hasta Garrucha,
desde Europa hasta Oceanía

 Y que le ha dao a esta tierra
la más bella romería.
Y yo, como pregonero,
te invito a ser rociero
que la querrás de por vía.

 He dicho.






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